En esta película, a pesar de formar parte del cine mudo, se ve claramente cómo proyecta la distinción de clases, estando la élite que son los dueños de la ciudad de la película y la clase obrera, que son quienes hacen que la clase alta tenga todas las comodidades. Controlan todas las salas de máquinas para que no haya ningún error.
En esta primera parte ya se puede ver un claro parecido a las películas de Princesas Disney, ya que en la gran mayoría de estas existe una diferencia de clases.
Hay un momento en la película en que una especie de “profesora” de los hijos de la clase obrera baja a la zona donde se encuentran los hijos de la élite, la imagen del momento en el que aparecen tiene cierto símil a cualquier escena de Blancanieves y los siete enanitos.
También cuando este hombre, Freder, busca a la mujer de los niños podría recordarnos a Cenicienta, cuando el príncipe la busca para darle su zapato. Un príncipe buscando a su princesa.
Más adelante, en la película le muestra a la mujer como una salvadora, una guía en la vida de estos obreros, que es el papel que tiene en películas como Blancanieves, Cenicienta, La Bella y la Bestia. Además en este proceso de ayudarles, habla sobre la importancia del corazón como mediador, algo a lo que las Princesas Disney apelan mucho en sus películas, al amor, al cariño, al respeto…
Al final de la película, la clase obrera, cansada de estar explotada y de trabajar sin descanso, decide revelarse contra quienes tiene el poder. Este momento en el que deciden rebelarse y marcharse de allí, nos trae un recuerdo del documental de Los Indignados que analizamos la semana anterior. Donde las personas cansadas de la opresión y la lucha de poder decide reivindicarse y luchar por sus derechos.
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