La película Ghost in the Shell que data del año 1995 y que fue dirigida por el japonés Maumoru Oshii es hoy en día una de las obras que más representa el género ciberpunk.
Se trata de una película futurista al tiempo que filosófica, pues se cree que podría estar inspirada en los estudios del conocido británico Gilbert Ryle y su teoría “El fantasma en la máquina”, donde habla de una dualidad entre el cuerpo y la mente postulada anteriormente por Descartes, este afirmaba que el cuerpo tiene carácter finito, y por lo tanto, necesita espacio y tiempo. En contraposición, el alma se conoce por ser incorpórea al tiempo que intemporal, y, en consecuencia, sobrenatural y eterna, por estos motivos los humanos tenemos libre albedrío, mientras que la vida física y la vida espiritual no se encuentran en la misma categoría.
Ghost in the Shell transcurre en 2029, un año difícil, pues el planeta aún se está recuperando de una III Guerra Mundial de carácter nuclear, donde Japón es una de las grandes potencias y la situación política internacional está sumida en una lucha de intereses debido a la existencia de una constante delincuencia tecnológica, lo que conlleva a que los delitos de carácter electrónico estén considerados como el objetivo primordial para asegurar la tranquilidad del resto de países.
La principal causa de que el planeta se vea sumido en esta situación es debido a la integración de los hombres con las máquinas, además de la aparición de otra tecnología más avanzada.
Estos humanoides poseen implantes a modo de prótesis que se utilizan para aumentar la potencia de los órganos y de las extremidades de los humanos.
La protagonista, conocida como Motoko Kusanagi, es una cyborg totalmente avanzada llegando al punto de que su cerebro y su médula tienen características totalmente humanas, esto provoca que el humanoide posea su propia identidad y su yo psicológico, de hecho ella misma duda de su procedencia.
Por otro lado, el planeta se encuentra interconectado por una red electrónica que controla los aspectos cotidianos de las personas, incluso a través de implantes puede comunicarse entre ellos.
Entretanto, descubren que el llamado Puppet Master o también conocido como “El Gran Maestro de las Marionetas” es un hacker que altera la mente de los seres humanos para que cometan actos de carácter malicioso.
Todo cambia cuando un cyborg manipulado es detenido por la Sección 9. Una vez el humanoide es consciente de que ha sido manipulado y comienza a recordar, Kusanagi se enamora del cyborg y da lugar a la fusión entre ambos. En consecuencia, esta se transforma en un ser vivo totalmente nuevo.
Una vez se ha analizado la película Ghost in the Shell, llegamos a varias conclusiones, “El sujeto real se vuelve su simulacro y se convierte en su propio fantasma virtual, infinitamente multiplicado, actuando entre nosotros, con la vida “real”, sustituyendo, incluso, a la realidad”. Revista Teknokultura, (2013). La creación de estas obras es una clara visión futurista, es decir, lo que puede ocurrir si incluimos la vida cibernética entre nosotros, la dualidad entre el cuerpo y el alma, además de la posibilidad de que exista un hacker que vuelva a los cyborgs en contra de la humanidad.
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