LA VIOLENCIA SIMBÓLICA EN DISNEY

Debido a la necesidad de denominar ciertos significados de carácter legítimo mediante signos, surgió el término de violencia simbólica gracias a realización de los trabajos de los sociólogos Bourdieu y Passeron sobre el poder simbólico en los años 70.
Tras analizar con detenimiento las diferentes películas de la productora, hemos de resaltar su obra titulada La Bella y la Bestia, del año 1991, donde existen varios aspectos que podrían asemejarse a la violencia simbólica de la que hablamos.
En primer lugar, Bella se muestra como una joven hermosa, dulce y educada que debe cuidar a su padre Maurice, que, aunque él se considera un gran inventor, lo cierto es que es un hombre enfermo y de avanzada edad.
Por otro lado, la vestimenta que posee la protagonista al comienzo del filme es un vestido con un delantal, dando a entender cuál es su propósito diario.
Lo sorprendente de esta producción es que en numerosas ocasiones encontramos frases textuales como, por ejemplo: “Gastón se levantó se levantó e intentó abrazar a Bella, pero ella retrocedió. Desesperada, se dirigió a la puerta y le dijo: ¡Gastón, me… me… has dejado sin habla! ¡No sé qué decir! Gastón la siguió, correteando detrás de ella por toda la habitación, hasta que la sujetó con fuerza contra la puerta: ¡Di que te casarás conmigo!”, se trata de un abuso emocional al que la protagonista debe enfrentarse en varias ocasiones, pues no es solo Gastón es el que posee este tipo de conducta peligrosa que Disney debía haber evitado. La actitud del personaje de Bestia es mostrado desde el comienzo como una figura temerosa que a todos asusta. Retiene al padre de Bella, y en consecuencia, esta al ir a rescatarlo es descubierta por Bestia y obligada a permanecer en el castillo a cambio de la libertad de su padre enfermo, con la frase textual del libro oficial de Disney: “¡Ahora tenía a la chica sólo para él, y para siempre!”, nos encontramos ante un ejemplo de sumisión dentro de la violencia simbólica.
La Bella y la Bestia, también podría estar mostrando el síndrome de Estocolmo, un trastorno de origen psicológico que se muestra en las personas que han sido secuestradas y que presentan síntomas relacionados con la comprensión y la benevolencia hacia el secuestrador, lo cual nos remite de forma simultánea a la película de Átame de Almodóvar (1989), que también aborda este trastorno.
La educación en numerosas ocasiones es impartida de forma mediática, por ello debería tener un enfoque crítico de la realidad para que de esta forma se transforme desde una perspectiva de género.

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