La primera vez que viste una película de Disney probablemente tenían unos cinco años, edad con la que apenas te paras a pensar cuales son los valores que realmente se inculcan.
Cuando nos referimos a las Princesas Disney, estamos hablando de un producto cultural globalizado; conocido en diferentes partes del mundo.
A lo largo de las películas podemos apreciar la interculturalidad que en ellas se muestra. Se produce un intercambio cultural entre los diferentes grupos, naciones y pueblos; muchas de las películas se encuentran ambientadas en diversos lugares de nuestro planeta (Aladdin en Arabia Saudí, Mulán en China, Pocahontas en América del Sur, etc.) De esta forma, se relacionan unos productos culturales con otros englobando lo que hoy conocemos como Disney, creando así una mezcla de culturas.
Como hemos dicho, estamos ante una globalización cultural pero llevada hacia el Occidente, es decir, a través de las películas Disney se nos está vendiendo un modelo dominante, lo hegemónico. Para llegar a este punto, se pasa por algunos términos asociativos:
- Deslocalización de muchos rasgos locales de los lugares donde se basa la historia con el fin de crear contenidos “más aceptables”.
- Relocalización como sucede con Mulán, una historia que se desarrolla en Asia pero es llevada hacia el pensamiento de Occidente.
- Hibridación, mezclar narrativas, estilos y lenguajes diferentes; todas las princesas están adaptadas a un mismo lenguaje y estilo narrativo y cinematográfico.
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